Me encontré volando a Milan,
entrando en un portal en el centro de la ciudad,
sentada en un sofá frente a un castillo
sin haberlo planeado
(y sin haber tenido tiempo
para aprender italiano).
Sólo una invitación y en unas semanas
estaba viviendo una auténtica road movie
italiana.
La carretera nos llevaría hasta Florencia.
Siete horas
para aprender que la historia
se encuentra en los detalles.
Y por fin, en algún lugar perdido de la Toscana,
vi al tiempo bajar rodando por colinas eternas
en forma de tormenta,
atardecer
o rayo de luz aislada.
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El arrivederci lo dijo Roma, donde un grupo de jóvenes tuvo que empujar un coche calle abajo para que arrancara (el coche que me llevaría al aeropuerto).
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Y al final de la carretera el aeropuerto
y un abrazo a los amigos nuevos
y sobre todo a los viejos,
Grazie-
Fotos de bohemiayaparte