Me acuso de complacerme en el narcisismo.
Me acuso de seducción enfermiza.
Me acuso de celos y frustración.
Me acuso de sinceridad fingida.
Me acuso de seguir intentando gustar con esta autoacusación pensada para parar los golpes que puedan llover.
Me acuso de lucidez a dos velocidades.
Me acuso de haber ido a Canal + para vengarme de no ser una estrella.
Me acuso de pereza orgullosa.
Me acuso de escribir autobiografías púdicas.
Me acuso de no ser capaz de mucho más que de lo fácil.
Me acuso de ser el único responsable de mi neurastenia.
Me acuso de mi total falta de valentía.
Me acuso de abandono de niños.
Me acuso de no hacer nada para cambiar lo que no funciona en mi hogar.
Me acuso de adorar todo lo que critico, sobre todo el dinero y la notoriedad.
Me acuso de no ver más allá de mis narices.
Me acuso de autosatisfacción disfrazada de autodenigración.
Me acuso de no saber amar.
Me acuso de no buscar otra cosa que la aprobación de las mujeres, sin interesarme jamás por sus problemas.
Me acuso de estética sin ética.
Me acuso de paja intelectual (y física).
Me acuso de onanismo mental (y físico).
Me acuso de confundir desamor y superficialidad (no hay desamor cuando eres incapaz de amar).
Me acuso de buscar a la mujer perfecta aun sabiendo que la perfección no existe, para estar siempre insatisfecho y poder regodearme en un cómodo gimoteo de quejica.
Me acuso de racismo contra los feos.
Me acuso de que todo, salvo yo, me importa tres leches.
Me acuso de acusar a los demás porque los envidio.
Me acuso de aspirar a lo mejor pero de conformarme con poco.
Me acuso de lavar mis trapos sucios en público desde 1990.
Me acuso de no dejar tras de mí más que un campo de ruinas.
Me acuso de sentirme atraído por las ruinas, por aquello de que "cada oveja con su pareja".
Y ahora, el veredicto:
Me condeno a la soledad perpetua.
Extract from Windows on the World
Frédéric Beigbeder, 2003
¿Y tú? No creas que puedes leer cómo él destripa su alma y quedarte como estás.
Te toca.