Hay veces en que parece que la armonía no exista.
Yo seguiré creyendo que esto a lo que llamamos vida es una moneda de doble cara, en la que una están todas las enfermedades, los tsunamis, los cánceres y tumores, los desengaños y los odios, las envidias, las energías nucleares y el egoísmo, y que se alternan con los desahogos, las alegrías, las buenas noticias, las juergas, el mar y el chocolate.
Quiero creer en la armonía porque me debe una, y a mucha gente.
Creo que los japoneses también estarán de acuerdo conmigo.